martes, 1 de mayo de 2007

QUE NO TE DEN LA RAZÓN LOS ESPEJOS.

Esta mañana se ha mirado al espejo, no como cada día, deprisa y corriendo, lo ha hecho detenidamente, con profundidad, escrutando cada detalle, normalmente se lava, se peina y poco más.
Ha buscado sin prisa lo que había al otro lado, lejos quedaba aquel joven salpicado en granos y con la hormona alterada, allí estaba un sujeto al que le faltaban meses para alcanzar la cincuentena, notaba ya la sombra nefasta del pesado dígito que se aproximaba.
Su piel ya no era tersa, tiene arrugas en la frente que puede percibir incluso con el tacto, bolsas alrededor de los ojos -las ha tenido siempre- el cabello se ha vuelto ya encanecido del todo y por todo, queda ya atrás aquel mechón blanco... hay manchas que ayer no había...
Se pregunta si es del todo consciente de lo que se le viene encima, o si de forma pueril o insensata sigue aferrándose a una edad que ya no tiene. Después de pensárselo mejor ha sonreído al espejo.
J.S.

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