Las partidas de cartas a la hora del cafelito han sido un
referente en los bares de nuestra ciudad. Si querías echar un mus o un guiñote
siempre encontrabas grupillo.
Recuerdo el bar Numancia cada tarde lleno de hombres
jugando, porque en los bares sorianos a las cartas siempre jugaban los hombres mientras
las mujeres se quedaban fregando los cacharros y era como un derecho adquirido
que no generaba problemas dentro de las parejas.
Todo cambia. Actualmente cada día es más difícil encontrar
partidas, hasta el punto que muchos de los bares se han replanteado el cerrar
por la tarde por falta de clientela.
A mí nunca me ha gustado hacer maratones de cartas de esos
de más de tres horas, al final perdía hasta el interés. Tampoco era de los que
más dominaba y me ha tocado muchas veces pasar por la barra.
Ahora me conformo con esa partidita en casa Arévalo la tarde
de Nochebuena y la tarde de Nochevieja con los de siempre, es curioso, por allí
vamos apareciendo sin haber quedado y eso que sólo ha transcurrido un año desde
la anterior.