martes, 27 de marzo de 2007

De calçotada



Estamos acabando ya la época de los calçots. Los calçots son una especie de cebolleta tierna con cierto parecido con los puerros, que no ha desarrollado la vulva . Se trata de una hortaliza que despierta pasiones en toda Cataluña. Su elaboración y consumo no tiene ningún secreto, se necesitan: los calçots, una parrilla con brasa de leña para asarlos, salsa romesco y un buen apetito para intentar batir el récord de ingestión de la última calçotada que cada uno solemos guardar en la memoria. Los calçots se compran en manojos de cincuenta unidades, lo que da una idea de la facilidad con la que se pueden comer. Se prepara un fuego de leña, si es de sarmientos mejor, y se colocan los calçots sobre esta parrilla. Nosotros tenemos por costumbre entrelazarlos en una alambre, de esta manera se les da mejor la vuelta. Sabremos que los calçots están en su punto cuando por la capa exterior ya chamuscada comience a echar una espuma blanca. Los retiramos del fuego y los envolvemos en papel de periódico para que conserven el calor. Previamente habremos preparado la salsa romesco que utilizaremos para untarla con los calçots.

Hace unos días, unos amigos hicimos una calçotada en casa de José María en Altafulla y la semana pasada la hicimos en nuestra terraza, en Torredembarra con nuestros vecinos gallegos.

Quedó pendiente el cocido para la semana siguiente, fue Paulino el cocinero y la verdad que estaba para chuparse los dedos.



Calçotada