sábado, 28 de febrero de 2009

Malos tiempos


Tiempos de incertidumbre,
tiempos de caridad,
tiempos de pensamientos,
tiempos de mucha maldad.

Somos muchos y distintos,
somos más de aquí y allá,
somos todos y ninguno,
y nos hemos de aguantar.

Difícil por trabajar,
difícil por congeniar,
difícil me lo rondáis,
difícil la vida está.

El político presume
de la palabra ignorar,
cuando está en boca de todos,
es la crisis, sin piedad.

Malos tiempos se avecinan,
y sin poderlo evitar,
por mucho que no queramos
tendremos sin compasión,
sin tardanza, ni bonanza,
el cinturón apretar.

domingo, 22 de febrero de 2009

Carnaval


No me gusta demasiado disfrazarme. Sólo lo hago por necesidades del guión.

domingo, 15 de febrero de 2009

Desvelos


Soñaba que le querías,
imaginándote allí,
tu mirada y tu sonrisa
tus caricias,
tu manera de decir
ese te quiero, cariño,
ese mi amor para ti.

Cada noche al despertar,
desengañado volvía
a sentir en soledad
ese tremendo deseo
de que por fin,
sin amarle,
no volviera a dormir más.

El tiempo iba pasando,
decepcionado pensó,
que era hora de decirle
y confesarle su amor.

Le sobraba ensoñación
le faltaba desparpajo,
le sobraban años ya
para tenerla en sus brazos.

domingo, 8 de febrero de 2009

Escuela


Estudié en Escolapios. Quería que mis padres me matricularan en el Instituto Antonio Machado, "el Insti", pero no hubo manera. Eran de los que pensaban que al ser privado y de curas con sotana y fajín estaríamos más controlados, estudiaríamos más, saldríamos mejor formados y llegaríamos más lejos. La experiencia posterior me dice que en una gran mayoría de los casos no depende sólo de la escuela en sí, sino del profe que te toque.

Por entonces la escuela era competitiva, a veces demasiado competitiva, fiel reflejo de la sociedad, ahora la sociedad sigue siendo más competitiva aún, pero la escuela ha cambiado.
En la actualidad con tanta Adaptación Curricular, Atención a la Diversidad, Competencias Básicas, Práctica Reflexiva i tantos Criterios de Evaluación y Nuevas Tecnologías, la cosa si tenemos en cuenta los resultados no funciona.

Recuerdo aquellos corros que hacíamos en clase sobre todo de Lengua donde los que más rendían y los más rápidos ocupaban los primeros puestos, y no veas lo que estudíabamos los demás para no acabar de los cinco últimos, ello llevaba el quedarte castigado sin patio. Las notas al ser numéricas no te llevaban a engaño, un cuatro era un suspenso y un ocho era un notable. Se nos exigía, era la escuela, era la familia y era la sociedad y a pesar de todo nadie hemos quedado marcados con ningún trauma.

Hoy la escuela es un Edén, porque lo quieren los padres y lo quiere la sociedad. Se toman las cosas con tranquilidad, a veces con demasiada tranquilidad, lo que no se aprenda este curso, ya se aprenderá el que viene, que prime la vagancia y la dejadez por encima del esfuerzo y del estudio, la confianza en demasía con respecto al profesor por encima del respeto. y si hablamos de la consideración que le tienen al maestro/a las familias , ya ni os cuento. Todo nuestro trabajo siempre es cuestionado.

Ni tanto como antes, ni tan calvo como ahora.

domingo, 1 de febrero de 2009

Bares


No solamente cambiamos las personas, el paso del tiempo lo cambia todo, desde las grandes ciudades a ese pueblecito diminuto y perdido en lo más recóndito.
En Soria también se han producido cambios, en algunos aspectos se ha modernizado la ciudad, desde hace un año tenemos hasta líneas regulares de autobuses urbanos, en otros aspectos como en la conservación del casco antiguo también ha habido cambios pero negativos, ahora es una zona apática y destartalada.

Han evolucionado hasta los bares y las zonas de alterne. Aquí desde siempre se ha alternado mucho. Es en los bares donde nos encontramos, adulamos y criticamos, charlamos, mentimos, bebemos y nos protegemos de las inclemencias del tiempo, y es tanto lo que se visitan que las esquelas que anuncian a los que nos dejan además de en las puertas de las iglesias se colocaban también en los bares.

Recuerdo la tasca del Mandarria, que frecuentábamos los viernes por la tarde de bajada al merendero del Augusto, allí alquilábamos una barquichuela y remábamos contracorriente hasta los rápidos, más arriba de la fábrica de harinas, regresábamos con callos en las manos, recogíamos el carnet de identidad que habíamos dejado como prenda por si no devolvíamos la barca y, a la Alegría del Puente, creo recordar que era un bar regentado por el Pepe, allí podíamos deleitarnos mirando decenas de banderines de las peñas sanjuaneras, como algunos eran muy antiguos revivías sin querer andanzas de ligues impetuosos.

También nos perdíamos por el Tubo, merendábamos esas patatas bravas del Caribe, qué buenas, no las he comido tan apetitosas en mi vida, allí rodeado de barcos, piratas y bellas damas representadas en las paredes del local, enfrente la salmuerita que te ponía el Benja en el Brasil, ya en la plazoleta, nuestras raciones de sepia y champi, joer cómo manejaba la plancha el Rafa, y nuestras chácharas con el Angel el Alpargatero, en el Iruña, después se fue a la terraza del Orejas y ya no era lo mismo.
No me olvido de los ratos que pasaba sentado en el Argentino, mirando y pasando revista a la población desde sus amplias cristaleras. Ahora lo hago desde la Zeus.

Otros lugares que eran de obligada visita, el Ruiz, recuerdo que cuando ganaba el Atleti encendían una bombilla rojiblanca pintada a mano, y si lo hacía el Madrid una blanca. Allí había gresca futbolística hasta cuando estaban los camareros solos. Enfrente, en la misma calle Ferial, el Rangil, haciendo esquina, buenas jaranas estudiantiles, ¿Te acuerdas, Poche?.

Qué pena que todo sea ya recuerdo. Ah, y si queríamos unas cabecillas asadas, pues al Ventorrillo.

En la Plaza Herradores destacaba el Apolonia, lleno sobretodo los jueves con todos los que venían de los pueblos al mercado, por los boinas negras los conocíamos cariñosamente. Se repartían entre el Apolonia, el Regio y el Torcuato, a veces era tal el tapón qre se creaba con sus corrillos que no se podía ni pasar por el Collado, allí en plena calle se hablaba de cochinos, ovejas, corderillos y cabras, del precio del trigo, del nitrato y del abono, de a cuantas simientes había dado la última cosecha, en este tema siempre se mentían unos a otros, siempre había sido mala, aún cuando habían llenado a revosar sus graneros. Allí hacían también sus tratos acelerados por esos chatillos de vino peleón y cerrados siempre con un buen apretón de manos, por aquella época los notarios lo tenían crudo.

Pero si hablamos de vino, de vinillo peleón, al Lázaro, en pleno Collado, todavía está como entonces, lo único que cambia es que antes lo regentaba el padre y ahora lo regenta el hijo. Cuando voy suelo pedir un cariñena, no sé los grados que tiene pero pega, por eso se suele acompañar con unas pírricas banderillas de pepinillo con anchoa o ese jamón de mono, que no es otra cosa que una minibandeja con unos cuantos cacahueses, pero eso sí a precio de jamón serrano, a pesar de todo me gusta entrar, tiene su encanto.

Qué pena que hoy muchos sean ya recuerdo, han desaparecido y han sido sustituídos por otros locales con nombre pero anónimos, con camareros pero desatendidos, con mucha gente pero que a veces te hacen sentir solo.