martes, 13 de septiembre de 2011

Pensando...

A veces, pocas, me da por reflexionar:

Yo ya marché, ojalá tú te puedas quedar.
Si puedes protesta y lucha, pero no en la barra del Torcuato.
Hay muchos que todavía a Soria la ven superpoblada y no me refiero en el Collao.
A veces no puedo hablar de política, porque la culpa de cómo está el percal la tengo yo.
Si llegas a abuelo, mima a tus nietos, disfrútalos, ¡Qué los eduquen sus padres!.
No me gusta que me lo enseñes, prefiero que lo haga una ola juguetona.
A pesar de tener que mandar, reconozco que es más fácil obedecer.
Hablar sólo de deportes es de necios.
Cuando lo veo negro, no miro.
La envidia corroe, no seas rata.
El chantaje físico lo soporto, el psicológico, lo odio.
La familia a veces, bien gracias.
Aparenta y actúa, que los demás somos tontos.
Prefiero a que me mires, que me admires.
Si me ves, no disimules, si no te veo, no te he visto.
Una herencia, qué demencia.
Me jode vivir en el primer país en infraestructuras y el último en Educación, aunque en Soria pase casi al revés.
Lo mejor es compartir, hasta las arrugas.
Ya lo dijo alguien, primero te olvidas de los nombres, después de las caras, luego te olvidas de subirte la bragueta y al final de bajártela.
Llegará un momento, seguro, que seremos poco amigos de las velas y las flores.
No me gustaría que, cuando llegue el día de las alabanzas, me valoréis por el número de curas que concelebren o el número de coronas que me acompañen.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Casas regionales


Como cada mes de Agosto desde hace 19 años se ha celebrado un nuevo encuentro de las casas regionales de Soria en San Pedro Manrique.

Los centros regionales, en general, comenzaron a formarse ya a finales del siglo XIX con el fin de integrar a los oriundos de otros lugares en una ciudad concreta.
Eran centros de acogida, donde se acudía en casos graves pidiendo ayuda y allí se creaba un ambiente donde poder combatir esa nostalgia que se siente cuando por razones diversas has de abandonar tu lugar de origen, como nos ha pasado a muchos.
Todo va evolucionando y nuestras casas regionales también seguro que están luchando para ser más útiles en pleno siglo XXI.

He sido socio más de 30 años de la casa de Soria en Barcelona y la verdad que ese rinconcito, en su momento, nos servía de ayuda a toda esa gente que tuvimos que hacer un buen día la maleta, pensando, inocentes de nosotros, que en poco tiempo retornaríamos a Soria.
Las circunstancias han cambiado, y por una serie de razones los jóvenes que tienen que seguir marchando de Soria ya no tienen esa necesidad de integrarse en sus lugares de acogida a través de la casa regional que le puede representar, como mucho aparecen por allá para celebrar una festividad determinada o recibir una visita puntual del Numancia.

En los centros regionales poco ha cambiado en todo este tiempo a pesar de lo comentado. Se van preparando diferentes actividades cada mes pero la masa social siempre es la misma con sus mermas y con una media de edad bastante considerable. Pasa un poco lo que está pasando en nuestros diminutos pueblos, cada vez hay menos gente, ya que la gente mayor por ley de vida va faltando y los descendientes más jóvenes pasan de la vida idílica del pueblo o como en este caso de la casa regional correspondiente.

La casa de Soria que yo conozco, a veces y perdonarme, la comparo sin querer con un centro de la tercera edad soriano, allá se juntan para echar la partidita los fines de semana y poco más. Me llama la atención que perdura allá más la costumbre de la partidita que aquí en la ciudad donde cada vez es más difícil el encontrarte a tres más para echar un mus. Con esto no quiero criticar el trabajo a veces altruista de determinadas personas, muy pocas, que dejan horas y horas preparando eventos a los que después no hay tanta concurrencia.
Los hijos de aquellos no encuentran demasiados alicientes para visitarlas puntualmente y son estos jóvenes los que pueden hacer de estas organizaciones algo que les permita un futuro más halagüeño.

Se debería de buscar algún otro tipo de actividades que atrajeran de verdad a esa juventud, hijos de los que emigramos hace más de treinta años. Podría pasar por estudiar la posibilidad de trabajar por y para el turismo de Soria, de relacionar de alguna manera y de forma más activa todo aquello que tenga que ver con nuestra cultura, haciendo de ellos centros culturales subvencionados como están por determinados organismos públicos sorianos, de abrir el coto en esas juntas directivas con gente que pudiera aportar más entusiasmo y adaptarlas al momento que nos está tocando vivir.
De lo contrario más de lo mismo.