miércoles, 22 de junio de 2011

Fiestas de San Juan.


No faltan demasiados días para que ese concurrido pregón el la plaza Mayor de por comenzadas las Fiestas de San Juan. He leído mucho acerca de las comentadas fiestas pero me ha sorprendido por su sencillez y ternura este escrito que os dejo. Me ha llegado vía cuñado. Si tienes unos minutejos no dejes de llegar hasta el final; te sorprenderá el cómo es capaz de entendernos una persona ajena a tanta juerga y algarabía.

Il mio primo San Juan

“Buongiorno Chiara”, pienso llena de alegría y curiosidad. Hoy al fin es Miércoles, el Miércoles el Pregón. Empiezan las Fiestas de San Juan, las que tanto me han hecho viajar con la fantasía, porque por mucho que haya intentado imaginármelas lo cierto es no conseguía hacer real todo lo que la gente me contaba sobre estos días tan queridos por todos los sorianos.
De repente y vestida con mi traje de peña, voy camino de la Plaza de Toros (nunca había visto ninguna por dentro) con unos amigos y como no con una nevera llena de comida y un cubo lleno de latas de cervezas bien cubiertas con hielo. Mi primera corrida de toros… y claro, mi primera foto con los toreros que se prestan muy amables a las peticiones de todos aquellos que los estamos esperando. Y ¿por qué se meten en aquella sala? Me dicen que es la capilla donde van a rezar antes de torear. Unos escalofríos me recorren la espalda. Sentada ya en mi sitio en la barrera (para no perderme ningún detalle) empieza la corrida. Cada vez que la Banda Municipal toca un pasodoble me siento sumergida en la verdadera cultura española la que nos hacen estudiar en Italia y ¡¡¡me parece estar viviendo en un cuento!!! Entre una cerveza y otra llega el tercer toro entonces “hay que merendar” me dicen. Tortillas, torreznos, chorizo….me quedo mirando y me animan a que coma porque no se sabe cuando se cena ni si se cena y el que come aguanta. Así que acabada la merienda también acaba ese fantástico espectáculo de arte español, que es, bajo mi punto de vista, una corrida de toros Recogidos todos los trastos salimos de la Plaza.
Vamos no se hacia donde, buscando nuestra peña y noto con estupor como Soria está llena de gente sonriente , por las calles se oye música desde todos los rincones y unas olas de color te envuelven de repente y hacen que empieces a pegar saltos con ellas al son de su extraña música. Me dicen que cada ola de color es una peña diferente y que cada una tiene su pequeña banda de música que se llama “charanga”. Todavía me cuesta creerme lo que me dicen y lo que estoy viendo.
Ya es de noche y después de unas cuantas vueltas y bailes por la ciudad llegamos a la Plaza Mayor. ¿Eso es la Plaza Mayor? Si no cabe un alma más. Justo sale una pareja en el balcón del Ayuntamiento que empieza como a recitar los versos de una bonita poesía, y mayores jóvenes niños, toda la gente emocionada salta grita y empuja, me asusto un poco, no se si es que hay alguna pelea, pero no, solo se trata de una incontenible felicidad. “Esto es el Pregón” me dice Oscar con una sonrisa de oreja a oreja ¡ahora empiezan las fiestas de verdad¡.

Sin darme cuenta ya se ha hecho de día, me montan en un viejo Suzuki y me dicen que es hora de irse a Valonsadero. Pienso ¿y entonces cuando se duerme?, pero entiendo que no tiene ninguna pinta de que el día se vaya a acabar pronto. Me sorprende ver que de repente parece que cada soriano tiene un todo terreno de estos o una moto para esta ocasión. Llegando a Valonsadero se oye música, pero no sólo música, lo que se oye son las Sanjuaneras. Todos se las saben y a mi me van sonando también porque en cualquier época del año, en una fiesta, siempre se acaba tocando o cantando alguna de ellas. Al principio me parecían feas y antiguas pero tengo que reconocer que al escucharlas en plena fiesta me emocionan y es lo mejor que pueda sonar a mi alrededor.
Nos tomamos un moscatel y unas pastas mientras la pradera se va llenando. Pregunto que es exactamente lo que va a pasar y me dicen que hay que esperar las doce que es cuando salen los toros, los 12 toros, de una puerta roja que voy buscando con la mirada y que veo a pocos metros de donde están todos los chiringuitos. Me entra miedo, necesito ir buscando un sitio seguro porque imagino que si el toro o peor los toros van a por alguien ese alguien va a ser a por la inútil de la italiana que no sabría ni como echar a correr, noto mis piernas que se paralizan solo pensando en ello. Consigo finalmente sentarme en un pared bastante alta cerca de la puerta roja, sí, tengo miedo, pero se perfectamente que por ninguna razón quiero perderme el momento de la Saca de los toros. Miro hacia delante y veo un mar de personas muchas borrachas, otras, menos delante de la puerta, pienso que deben de estar todos medio locos. Me empieza a latir el corazón a desmesura escuchando el primer cohete, me han dicho que son tres, mi cuerpo esta temblando enterito, los mas valientes se acercan a la puerta aun mas y los cobardes como yo buscan un refugio de ultima hora. ¡Es un caos!. Se abre la puerta, encima veo a Oscar allí, cerca de donde esta saliendo esa manada de animales gigantes, me da aun mas miedo, que momento Dios mío, nunca había tenido semejante subidón de adrenalina. Veo un abuelillo caer al golpe de un toro, no se donde mirar, busco a Oscar lo veo correr detrás de los toros que todos juntos se están alejando de la pradera ayudados por la gente y por los caballos. Algunos tendrán de recuerdo unos rasguños y otros menos afortunados una cornada. Sigo pensando que deben de estar locos. Después de más o menos media hora mi cuerpo vuelve a su estabilidad emocional y física y decido bajarme de la pared donde he estado sentada como 2 horas, Oscar viene a buscarme y me dice que ya no hay peligro, vamos a echar una cañita fresca, pero todavía me quedo en alerta por si algún bicho decide volver. ¡Que tensión!.
Pasamos el resto de la tarde siguiendo el recorrido de los toros hasta que alguno entra por fin en la Plaza. Estoy muerta de sueño y de cansancio, nos sentamos en una acera y nos quedamos un rato allí, descalzos y con las caras de agotamiento pero al mismo tiempo de satisfacción al ver que hemos llegado todos enteros a Soria. Aun nos quedan unas pocas energías como para animarnos a ir otro rato de fiesta, no se como pueda ser posible pero aunque estés rendido no apetece ir a descansar. Así que vamos a buscar la peña y a pegar otros cuantos botes.

No recuerdo ni como ni cuando llego a casa pero al poco rato de dormirme siento una mano seguida de una voz que me dice ¡Hala maja, levántate que nos vamos¡. Intento poco a poco abrir los ojos, me quiero morir, creo que estoy más cansada de cuando me he ido a la cama. No me queda otra que meterme debajo de la ducha, por supuesto helada, para conseguir recuperarme un poco. Miro la ropa de los días anteriores, Dios que asco, huele a vino a cerveza y a todo tipo de alcohol y tiene como mil manchas de varios colores. Por suerte estoy preparada y tengo un completo de pantalones, camiseta y chaleco para prácticamente cada día. Me visto y con el estomago a la altura de la garganta y las piernas temblando salimos de nuevo.
Es el Viernes de Toros, pasando por “la Zona” me llegan a la nariz los mismos olores que tenía mi ropa pero como cincuenta veces mas fuerte, me entran unas arcadas tremendas. Pienso que no se si voy a poder aguantar todo eso. Llegamos a la Plaza de toros y ¡sorpresa !. Pero que es eso ¿carnaval? la mayoría de los chicos van disfrazados de cosas ridículas y el disfraz mas cotizado parece ser el de mujer. Pasan delante de mí tres chicos vestidos de la Duquesa de Alba con traque de flamenca y gafotas y una peluca blanca que es todo un logro. No me puedo aguantar la risa tengo que reconocer que son muy graciosos. Entramos a la Plaza por el ruedo y el espectáculo sigue: niños, caperucitas rojas, toreros y muchos mas disfraces; tengo que preguntar como es posible que vaya a haber una corrida en esa Plaza. Me dicen que hoy es un día diferente y que el protocolo se deja un poco apartado. Esta a punto de salir el primer toro y nos subimos al sitio reservado para nuestra peña donde ya la charanga con las pilas cargadas y transmitiendo con su música la energía que hace falta para poder arrancar. Miro con curiosidad el espectáculo, esto de las corridas me llama mucho la atención. Al rato me levantan, hay que almorzar, y nos vamos a un bar al lado de la Plaza. Miro toda la comida que mis amigos sacan a la calle: tortillas variadas, torreznos, chorizo…. Pero ¿Dónde van con todo eso?. Me equivoco, todo “eso” desaparece en tiempo record, noto que mi cuerpo después del primer mordisco a un torrezno me pide más y después de comer prácticamente de todo y en cantidad me siento como nueva.
Esto si que es un invento y sienta de maravilla. Vamos otro rato a los toros y al llegar a nuestro sitio veo que el porcentaje de borrachera media ha subido notablemente: la gente ya no está sentada, tienen un fiestón montado en el callejón detrás de las gradas.
Pasa delante de mí un chico que lleva media sandía en la cabeza adornada con dos hermosas patas de gallina y un numero; el 46. Claro, lo que lleva es su casco personalizado de Valentino Rossi. Mis ojos no bastan para poder mirar todo lo que hay allí. Todavía no he asomado al callejón que se me acerca Mónica, una chica de la peña, con un extraño artilugio que me resulta ser la bota y que me han explicado que sirve para beber vino.”Anda” pienso ”que manera mas rara de complicarse la vida para beber”. No me da tiempo ni pensarlo que ya estoy con la boca abierta intentando sin conseguirlo, claro, tragar el medio litro de vino que de repente tengo en la boca. Obviamente la mitad acaba regando mi cuerpo. Se ríen todos y me dicen que normalmente es mas fácil beber de una bota pero la que lleva Mónica tiene el agujero mucho mas grande de lo normal para que te caiga mas vino. Ya muy “alegres” todos, como no, salimos de la plaza y un par de amigos se van a buscar no sé qué. Total que vuelven poco después con un bombo, una caja, una gaita y ¿ahora que?. Me cuelgan el bombo, Oscar coge la caja, Pedro su gaita y echamos a andar tocando. Nunca había tocado un bombo antes y guiada por la caja me limito a llevar el tiempo. Entre una Sanjuanera y otra y de bar en bar, llegan las 5 de la tarde acompañadas por un estado alcohólico que ya no es ni siquiera una borrachera. Nos pensamos que es hora de comer algo y decidimos pedir unos bocadillos que cada uno a su marcha intenta tragar como buenamente puede. Dejo el bombo y ya me lanzo en unos bailes de todo tipo, me atrevo hasta con unos pasodobles que en mi opinión estoy bailando como un angelito.¡Qué día mas divertido! Pierdo el hilo del lo que pasa después y el único recuerdo que me queda son las muchas fotos que por fortuna he ido haciendo a todos y a todo lo que me pasaba cerca durante lo que quedó de día.

Abro los ojos y noto haber descansado mucho, miro el reloj y son las doce pasadas, que raro. No oigo ni movimientos ni voces en casa, me levanto a ver que pasa. Oscar se levanta también y me dice que el Sábado por la mañana no hay mucha cosa y que se suele reservar para descansar un poco y cargar las pilas. Todavía queda mucho para que se acaben las fiestas y hay que aprovechar ratos de estos para poder seguir. Comemos en casa, comida de verdad finalmente, nos echamos hasta la siesta y a mitad de la tarde salimos tranquilos, limpios y muy frescos para ir a las cuadrillas a ver “los Agés”.
Veo un escenario con un tío que lleva unos cuernos en las manos, la gente debajo entre unos bailes y unos tragos de vino se acerca a tocar los cuernos y dice una suma de dinero. Me quedo perpleja, me explican que lo que se hace allí es subastar la carne y algunas partes del cuerpo del toro que se ha matado el día anterior en la plaza.
¡Alucino! Miro por ahí y veo unos chavales jugueteando con unas patas llenas de pelo y de tierra y Oscar me dice que eso no es lo peor que la gente se lleva. No quiero imaginarme entonces que será lo peor. Cambiamos de cuadrilla y en el trayecto consigo hacerme con una oreja también peluda pero para mí mas simpática que una pata que me regala un chico (tras haberle dado la lata durante un rato) y que se transforma en mi fiel compañera de guarrerías para el resto del día.
En otra cuadrilla que visitamos está “El Kiriko” subastando una bota preciosa que se acaban llevando por una cantidad de dinero que me asombra. Por lo visto las botas son lo que mas suben las pujas por su belleza. Lo entiendo.
Sigue la fiesta ya con la peña, de bar en bar, me he acostumbrado ya a la extraña música de la charanga y llevo todo el rato ese paso que utilizan todos para andar; es el “trote cochinero”, es imposible no llevarlo andando al ritmo de la música.
Es de noche, vamos a una de las verbenas que hay repartidas por las plazas del centro, hay gente y gente, decidimos ir a casa, mañana es día grande, Domingo de Calderas y hay que desfilar.

Dormimos un ratito, pero me levanto con ganas, me visto con mi ropa mas bonita y tan limpia que el blanco casi duele en los ojos. Después de un pequeño desayuno ya estamos todos preparados para ir al desfile. Quiero llegar pronto para ver las calderas y por supuesto las piñorras. Me encantan esos trajes, los peinados los pendientes, es todo tan español. Pienso que antes o después yo también tendré mi traje de piñorra.
Miro con mucha atención todas las calderas y hago mil fotos. Esto hay que enseñarlo a mi familia, les encantará. Me fijo también en los trajes de las juradas, me han comentado que es como otra tradición.
Nos vamos preparando que nos toca ya salir a desfilar. ¡qué calor, y peor, que mal cuerpo!. Se me hace un poco largo y bastante duro pero con mucho ánimo y satisfacción llegamos por fin a la Dehesa. Allí hay un agradable frescor debajo de los árboles y nos tiramos en la pradera tomando un agua (yo por lo menos) que me sabe a gloria. No recuerdo exactamente cuando me eché el último trago de agua desde que empezaron las fiestas. Después de una casi larga espera, me acerco con Oscar a ver a la Alcaldesa saludando a las peñas y recibiendo cada uno de los banderines. Ya nos vamos, nos toca ahora un rico “vemouth”.
Por la tarde tengo decidido volver a ver la corrida y como no, a hacerme con otra “foto-recuerdo” con los toreros. Me agarro a Sebastián Castella, se me caen la baba de ver lo guapo que es, ¡qué envidia les voy a dar a mis amigas!. Acaba la corrida, salgo emocionada.
La tarde es aún larga y vamos a buscar la peña que seguramente estará en algún bar de ronda. Otra vez saltos, risas, cervezas , verbenas y mas cervezas, ¡las 7 de la mañana¡. Vamos muchísimos, detrás de las notas de unos músicos improvisados, salimos del Tubo, invadimos el Collado, bailando Paquito el Chocolatero delante del camión de la basura. Un policía municipal aparece y nos pide por favor parar o por lo menos dejar pasar al camión que lleva un rato allí parado esperando pacientemente que lo dejemos trabajar. Entramos en razón y decidimos, rendidos, irnos a casa.

Lunes: resaca, cansancio, mal cuerpo y como no, ya un poco tristeza. Hemos pasado toda la noche de fiesta pero hay que cumplir con el desfile de hoy. Una ducha y para abajo. Somos “4 gatos”pero va llegando un poco más de gente. Echamos a andar y me entra un escalofrío al arrancar la charanga al son de la Saeta, me emociono.
Al llegar a la Dehesa almorzamos, va a ser que es fundamental.”Vuelvo a nacer”.
Acaba la misa y se vuelve hacía la Plaza Mayor, esta vez con un par de claveles en la mano. Me encanta ver que cada peña los tiene pintados del color de su chaleco y me embobo viendo los globos amarillos de la peña El Cuadro que adornan el parque dando un toque de alegría. Llego delante de la Virgen de La Blanca, me vuelvo a emocionar, aún más, dejo mis claveles ¡Que soriana me siento!
Rápidas llegan las cinco de la tarde y un autentico mar de gente sale de la puerta de la Dehesa hacia, me dicen, San Polo. Pasando por la calle Real veo grupos de chavales pidiendo agua y pegándose autenticas duchas debajo de las ventanas, hasta las monjas les tira agua. ¡qué divertido!.
Poco a poco y con unos cuantos tragos de vino y por supuesto un poco mojados llegamos a San Polo.
Vamos a la furgoneta de la peña y nos dan un bocadillo, me voy a ver la banda tocar, bailo y todo. ¿Y por qué en Italia somos tan tontos como para no tener nada aunque sea parecido? Qué pena.
Es hora de volver a subir, pronto se me pasa por delante el resto de la tarde. Estoy enamorada del Lunes de Bailas, estoy dándolo todo como si hubiese vivido toda la vida en esta maravillosa ciudad. Oscar me mira con cara cansada, el resto de nuestros amigos se van por ahí con la peña, pero nosotros decidimos despedir estas fiesta y ¿qué mejor que hacerlo en la Plaza viendo el “Adiós, adiós San Juan”?.Canto lo que me he aprendido con el corazon en la garganta y cuando llega el momento, no se ni como ni por qué pero no puedo evitar dejar las lagrimas regar mi cara. No quiero que se acabe. Pero si, es el momento y la traca nos indica que los Sanjuanes se van con su alegría y sus días de fiesta.

Esto ha sido para mí la experiencia más fuerte y más increíble que he vivido, y ahora, después de seis años viviendo en Soria, sigo recordando mis primeras fiestas como algo tan especial que me acompañará para siempre. Por supuesto cada año que pasa mi espíritu Sanjuanero es mas fuerte y estoy agradecida por haber tenido la suerte de tener a mi lado gente que valora lo que son estas fiestas y que sobre todo me ha enseñado a entenderlas y me ha transmitido las tantas emociones que te acompañan a lo largo de estos sentidos días.

¡Gracias Soria y gracias a todos los Sanjuaneros!