martes, 4 de octubre de 2011

Aprendiendo

Lo conocí hace ya muchos meses. Coincidíamos algunos días en un bar próximo. Él se tomaba un café con leche. Yo habitualmente le invitaba. A veces pedía un bocadillo. A veces se lo pagaba.

Era uno de esos tantos sin techo que pululan por las grandes ciudades. Me fijé en él porque nunca tomaba alcohol y dentro de sus posibilidades procuraba pasar inadvertido.

Esta noche, al entrar a tomar una cervecita lo he visto jugando a la máquina tragaperras. Como estaba próximo, he visto con el interés con el que jugaba. No me ha sorprendido al principio. Después sí. Una persona viviendo de la mendicidad e invirtiendo en futuro.

Al final he visto como ha conseguido un premio acumulativo de 90 €. Y cual ha sido mi sorpresa cuando ni siquiera me ha invitado a la cerveza.

2 comentarios:

Alimontero dijo...

ahá..! caimos en las espectativas! y cuando "nosotros esperamos" algo... ahí es cuando nuestras espectativas nos hacen trampas!

besos!

Ali

Anónimo dijo...

El ser humano no deja de sorprender, no me refiero al sin techo si no al esperanzado que cree aun que existe el agradecimiento.

Un Saludo
Ruth Jimenez