domingo, 8 de junio de 2008

Fragancia


La conoció sin querer. Era de noche. Era muy de noche. Hacía tiempo que no miraba el reloj. Los sábados no tenía por costumbre mirar el reloj, pero debía de ser muy tarde.
La discoteca estaba llena a rebosar. La gente se movía y se contoneaba al ritmo de la música cansina.
No había barruntado que esta noche sería una noche diferente.
A su lado oyó gritos. Era una pareja cuyos caminos a partir de este momento dejaban de ser paralelos. Se dijeron de todo y ella sola, se quedó apesadumbrada, apoyándose en la barra. Sus manos cubrían sus rubios cabellos.
Ajeno a todo aquello sintió ganas de pedir otro gintónic, un Bombay con tónica. Era su combinado preferido. Ahora ya no lo tomaba tanto. Desde que se divorció no encontraba ni el momento ni el lugar, pero esta noche era diferente. Había levantado la bandera de libre y había sacado el hacha de guerra. Buscaba cabelleras y tenía al lado una rubia inmensa, una rubia cabreada y desengañada.
No le costó mucho entablar conversación con ella. Fue fácil. Una mirada y unos gintonics hicieron el resto. Acabaron en su casa, disfrutando de una botella de tequila que tenía guardada para las grandes ocasiones.
No sabe como sucedió pero sus lenguas se entrelazaron sin piedad, devorándose como auténticos felinos, sus manos no paraban de acariciarse, sus cuerpos dejaron de pertenecerles, jadeantes buscaron el goce.
Cuando se despertó estaba sólo. No recordaba su nombre y apenas se acordaba de su rostro, de su cabello y de sus gemidos, tuvo que oler y reoler la almohada para revevir ese perfume que le hizo transportarse a esa sexta dimensión tan añorada en sus pensamientos.
Decidió no lavar nunca el almohadón, lo doblaría con mucho cuidado y lo guardaría. Las noches que se sintiera solo, que serían muchas, lo sacaría del armario, lo desdoblaría con mucho cariño y lo olería muy profundamente con miedo de que esa fragancia llegara un día a extinguirse.

9 comentarios:

Ligia dijo...

Hay fragancias tan intensas que permanecen a través de los años, y nuestra memoria las revive haciéndonos sentir como en el momento lejano en que las vivimos. Me gustó mucho. Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola, Javier. Este relato tan bien contado por ti me ha llevado a una viñeta que leí hace unos días, aunque tu historia tiene la variante de que 'ella' no estaba en la cama cuando él despertó.

En la viñeta, una de las dos chicas está haciéndole confidencias a su amiga, algo así como esa noche bendita, que seguirá con él en el tiempo, de tu protagonista:

-Y cuando despertamos, le miré a los ojos y le hice las preguntas IMPORTANTES.
-¿Ah, sí? ¿cuáles, cuáles?
-¿Quien eres, qué haces aquí, cómo te llamas...?
-Qué romanticoooo...

A veces pasa :)

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Porque será que las pasiones más inolvidables de la vida suelen desvanecerse al día siguiente,quizas eso sea lo que las vuelve inolvidables?
Igual esa fragancia tan poderosa quedará en la memoria,y seguro cunado lo evocas,al abrir los ojos estarás deseando encontrarla a tu lado.Cosas de la vida....

José María dijo...

Como lo calificas en la etiqueta, fue una noche de pasión; se dieron las circunstancias perfectas; pero todo quedó ahí. Sin ánimos de ofender, cabría hacerse una pregunta: ¿Por qué la mujer se fue sin decir adiós? ¿Por qué el hombre se encapricha de alguien que no recuerda quién es?. El alcohol, el despecho, la pasión ... jugaron su baza.
Se me antoja una situación muy frecuente hoy en día.
Un abrazo.

CarmenS dijo...

Una noche de pasión ¿le bastará para cubrir su soledad? ¿O hará que ésta pese más por el hecho de contrastarla con una noche que no estuvo solo?
Bueno, igual le dejó una carta en un sitio escondido

TORO SALVAJE dijo...

Hace bien, quizás la fragancia pueda ayudarle una noche cualquiera.

Saludos.

angela dijo...

Javier, y si sólo bebieron y el resto fue un sueño... Que tengas una buena semana.Un saludo de Angela

Anónimo dijo...

Qué miedo da perder aquello que tal vez por efímero no se tuvo nunca... Pero qué bien lo contaste amigo!!!

A veces la fragancia que se desvanece un poco a diario, no llega nunca a perderse porque la llevamos siempre dentro.

Carlos dijo...

Hola Javier.
Un buen y corto momento para él y parece ser que lo recordará abriendo el armario, espero que a tu protagonista le dure el perfume, también espero que no sea un coleccionista de almohadas…
Ella, ella encontró en él alguien con quién descargar rabia, despecho, decepción, que se yo, pero lo está claro que la noche fue soberbia.
Como para guardar en un frasquito, un maravilloso concentrado de pasión.

Un saludo.