martes, 7 de agosto de 2007

SORIA en prosa

Me levanto. No he madrugado. Cada noche al acostarme decido que madrugaré, pero la oscuridad y la pereza se adueñan y sucumbo.
El Collado hierve. Demasiada gente, no es jueves. Pasearé. Bajo por la calle Real, casco antiguo de la ciudad. Más que antiguo diría dejado de la mano de los políticos. Cualquier ciudad presume de su casco antiguo. Soria no. Ante modernos edificios de diferentes alturas y construcciones, casas en ruinas y solares olvidados. Veo una pareja de turistas con un plano en la mano. Pobres. Desemboco en el Duero. El paisaje cambia. Este paseo si merece la pena. De momento. Toda remodelación necesita mantenimiento. San Saturio preside a lo lejos el paraje. A Machado casi lo odio. Con el año machadiano es como si cada día comiera lentejas. Los que habrían de llegar apenas vienen y nosotros sabemos de su biografía más que Ian Gibson. De nuevo el Collado. Más de lo mismo. Entro en la Dehesa. Busco un banco. Difícil. Camino. Saludo a la misma pareja que vi ayer. Poco que contar. Hago tiempo. Disfruto del momento. El tiempo a veces se detiene. A veces pasa cadencioso. Un gorrión se aproxima saltando. Me observa, desconfía y vuela. No es el único que desconfía. En el banco de enfrente hay tres jubilados apoyados en su bastón. En Soria hay muchos jubilados. Hablan. Comentan lo excelente que ha sido la cosecha este año. Seguro que no son agricultores. Se va haciendo hora de comer. Antes visita obligada al Tubo.En el Poli, caña y champi 1,30€. No cojo el autobús. En Soria ya tenemos autobuses. Parece más ciudad. Ofrece más servicios.. La tarde transcurre sin novedad. Mañana será otro día. No sé si madrugaré.
JS

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