Veranos que son otoños,
otoños que son inviernos,
del invierno ni recuerdo
o no me quiero acordar.
El populoso Collado,
cansino el acordeón,
para arriba y para abajo
sin hacerse el remolón.
Por la Herradores los bancos
repletos de senectud,
caras tristes, aburridas
recordando juventud.
Son las once
u once y cuarto,
paseo de funcionarias
y camiones de reparto.
En la Dehesa, gran paseo,
ocupada la pradera,
predomina el color verde
verde, verde, desespero.
Los saltitos del gorrión,
la palomilla zurea,
por los brazos de ese niño
el agua siempre chorrea.
En los pinos las ardillas,
en lo alto, adolescencia,
gritos, risas, inconsciencia
muy lejos de hacer gavilla.
Gira y gira el tiovivo,
caritas con ilusión,
el abuelo no es esquivo
y les paga la función.
Más abajo la tanguilla,
tiento, tino has de tener,
y si la logras vencer
ganarás unas perrillas.
Y ya por el Espolón,
gran tablero de ajedrez
de gente con el bastón,
sin perder la lucidez.
Este año el de Machado
para atraer al turismo,
miro y miro ya cansado
de siempre ver a los mismos.
Los días van pasando,
siempre con tranquilidad,
es lo que tiene esta Soria
donde hay poca novedad.
Porque poeta no soy
no muchas cosas pretendo,
y escribiendo, escribiendo
con la pluma me entretengo.
JS
lunes, 6 de agosto de 2007
SORIA en verso
Publicado por Javier en lunes, agosto 06, 2007
Etiquetas: soria
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