lunes, 7 de enero de 2008

NIEBLA


Nódalo está más solitario que nunca. Sólo he visto de lejos a una persona. Mayor. Bastante mayor. Las gotillas diminutas me van calando. Escupe la niebla como queriéndome echar de sus dominios. Las paredes de las casas mojadas sujetan unos tejados goteantes. El tiempo parece ausente. Allá ha volado un pajarillo. Hay vida. Se ven los chopos desnudos al lado de la carretera. En lo alto de uno de ellos veo un nido, desamparado y sin esas hojas verdes que lo ocultaban y eran su jardín. La fuente también me da la bienvenida y deja manar un chorrillo de trasparente agua.
A la lontananza no se ve mucho, sólo las primeras chaparras que componen ese amplio y vasto monte, empezando por la Sima y acabando por el alto el Lomo.
Veo una jauría de gatos hambrientos, estos si cazan ratones, como los de los cuentos. Y poco más.
Saliendo por la Mata, lo dejo a mis esapaldas, lo añoraré. Pero dentro de tres meses cuando los tambores empiecen a repicar y los nazarenos hagan acto de presencia, volveré. Hasta pronto.

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