viernes, 9 de mayo de 2008

Yayos


Todos llegaremos a viejos y si no, malo. En algún momento seguro que necesitaremos algún tipo de ayuda.
De mis cuatro abuelos sólo tuve la suerte de conocer a dos, ambos por parte de mi madre. Ninguno tuvo la necesidad de tener que ir a una residencia de ancianos. Mi abuela que cuando murió valía ya muy poquito, como diría mi madre, no lo necesitó. Mi abuelo sí que precisó la ayuda que le ofrecieron sus hijos, unos más que otros. Fueron capaces de compaginar sus faenas con su cuidado y dedicación. Mi madre que trabajaba también fuera de casa tuvo la gran suerte de poder atenderlo.
Hoy todo ha cambiado. Vivimos más deprisa. En su momento dimos y seguimos dando prioridad a determinadas formas de vida que sin darnos cuenta nos va esclavizando cada día más. Permanecemos muchas horas fuera de casa a veces por ganar un poquito más de dinero que luego gastamos en aquello de lo que podríamos prescindir. Y cuando llegue el momento de tener que prestar esa ayuda que tanto necesitarán nos encontraremos sin demasiadas posibilidades de podérsela ofrecer, por lo que nada más nos quedará el recurso de la residencia. Considero que el tener que ir a una de ellas no es ni bueno ni malo, todo depende de cómo nos lo tomemos.
Yo lo tengo más que claro. Acabaré mis días, si la propia vida me da esa oportunidad en una de ellas, pero la generación de mis padres no lo tiene tan claro. Al ser la primera con la que se están rompiendo moldes, la primera con la que no se hace como ellos hicieron, les cuesta amoldarse, hacerse a la idea y entender que a veces lo más importante al llegar a la senectud es estar bien cuidado en un lugar determinado que aguantando la cara de vinagre de cuatro nueras para las que llegas a ser un estorbo.
Por mi tierra es el negocio más boyante, todas están a rebosar de yayos y cada día se construyen más.
Ya el problema no es, como antes, el haber tenido hijos o no. Bromeo a menudo con una pareja amiga sin descendencia al comentarles que la única diferencia entre ellos y yo será que ellos irán en taxi, y a mí me llevarán mis hijos en su coche.
Hasta pronto. Nos veremos por allí.

15 comentarios:

Ligia dijo...

Tienes toda la razón en tus últimas palabras, contando conque los hijos tengan esa deferencia, porque más de uno se encontrará con el taxi pagado... ¡Jesús, lo que he escrito! Un abrazo

CarmenS dijo...

La sociedad no está montada para cuidar de sus viejos. Debería haber sitios que no fueran residencias, sino pisos tutelados, donde ellos pudieran vivir a su aire, conservando su independencia y sus gustos, sin molestar (porque algunos incordian muchísimo, no sólo a las nueras sino a sus propios hijos o a sus avejentados cónyuges), todos saldríamos beneficiados.
Además, los hijos suelen tener un trabajo en el que están más tiempo del que quisieran, no sólo por el sueldo (que necesitan, no para cambiar de coche, sino para la hipoteca o para pagar los estudios de sus hijos) sino, sobre todo, porque la exigencia de la empresa es ineludible.

Carlos dijo...

Sabe Dios, que cada día pido por ella, ya que es la única que queda, hablo con ella cada día, por lo menos oigo su voz, pero cuando paro a pensar un poco, pues eso que es muy poco para lo mucho que nos han dado.
Un abrazo amigo.

angela dijo...

Javier, tienes toda la razón del mundo, gracias por ese post y el recuerdo que les haces a esos yayos que tanto se lo merecen. Yo ya no los tengo, y para que el problema no lo tuviera mi familia pedí excedencia hasta el final,- y te aseguro de que tal y como está la enseñanza no me arrepiento nada- Nuestra generación se ha resignado y aún lo hace a grandes sacrificios...las siguientes javier, ¿ quién sabe?... Por éso, comparto tus opiniones estamos en el mismo camino...Un abrazo.Angela

SOMMER dijo...

Las circunstancias mandan, querido amigo. Lo que hoy es verde, mañana puede ser azul.

De todos modos, pueden estar en una residencia y sentirse amados, queridos, adorados, si les vamos a visitar a menudo, si compartimos con ellos nuestro tiempo libre Y pueden estar en casa y sentirse desdichados, olvidados, si lo único que hacemos es darles de comer y una cama donde dormir.

Abrazos

Anónimo dijo...

Tienes razón,esa es la realidad.
Que tengas un buen fin de semana.

Anónimo dijo...

Amigo Javier, me temo que la revolución industrial dio al traste con aquellas familias patriarcales donde todos permanecían bajo el mismo techo y todos cuidaban de todos.
Al trabajar todos en casa, las personas mayores tienen que valerse por sí mismas porque nadie está dispuesto, ni yo pido que lo hagan, a quedarse en casa como antaño, para cuidar a los viejos. El resultado es ese que apuntas, la residencia, o morirte solo en casa.

Triste y que está a la vuelta de la esquina, porque los años corren que es una barbaridad, pero así es.

Un abrazo,

· dijo...

me permití entrar a visitarte y me quedé pegada con los abuelos.

Tuve tres (el cuarto muríó cuando mi padre tenía 3 años), mi abuela paterna y mi abuelo materno murieron de 99 felizmente lúcidos, sanos; mi abuela materna de 94 no tan lúcida pero sana y aunque estaban bien, había que cuidarlos, preocuparse y felizmente había aparte del amor, tiempo y fuerzas.

Mis padres (el ahora tiene 81) decidieron que en su vejez querían estar en una residencia y desde entonces el tema es algo natural.

Hace dos meses mi tía materna tuvo un derrame cerebral y falta tiempo para su total recuperación. Acacabo de hablar con mi madre (viven a 5.000 km. de donde estoy) y esta semana la llevarán a una residencia pensando que es lo mejor para que ella por el tipo de cuidados y por preservar las fuerzas y la salud mental de ellos.

Les apoyo, les entiendo; ella, mi tía es como mi segunda madre y sé que allá estará mejor cuidada y mi madre podrá mimarla más que estando con lo que se puede convertir en una carga que los enferme si va a casa.

Es la vida y la que vivimos está limitada por la rutina y el vértigo cotidiano.

Perdona, mucha charla, pero hace cinco minutos mi madre me ha vuelto al tema y tu me has permitido reflexionar en él. Gracias.

Saludos,

Anónimo dijo...

La sociedad nos volvemos ya tan pero tan egoista que vamos pensando con tiempo dónde meteremos a nuestros yayos cuando llegue el momento, y si no cabe esa posibilidad ya nos amargamos pensando si un hermano cuidará más o menos que el otro.. No sé qué haré yo llegado el caso, pero sí tengo claro que mis papás no van a ir con una maletita cada seis meses a mi casa o la de mi hermano, cuidaron de mí y ahora me tocará el turno cuando sea el momento. Otra cosa es cuando quedan (que nos puede pasar a cualquiera) postrados en una cama y entonces requieren cuidados las 24horas. Eso ya son cosas mayores.

Pero también reconozco que todo es un decir, que hasta que llega el momento y se plantea es muy fácil hablar pensando yo haré tal o cual. Puesto que también está la pareja y en fin... Complicado el tema.

TORO SALVAJE dijo...

Si, con suerte acabaremos en una de ellas.

No me gusta. No me gusta la evolución de esta situación.

Es muy duro dejar tu casa para ir a una habitación a esperar la muerte.

No vamos bien. Nada bien.

Saludos.

rafael dijo...

Si, querido Javier, este es un tema denunciado en mi blog muchas veces; Todos llegaremos y aquellos que no respeten y los quieran, muy malas personas son. Nuestro politicos los tienen olvidados, con pensiones, que no cubren el poder vivir con dignidad. Ellos han pasado una guerra y una pos-guerra; Parte de lo que ahora todos tenemos, es gracias a ellos.
¡¡ No hay derecho!! el tema me puede y me cabrea;El pais que no protege a sus mayores y sus animales, dice muy poco de lo que somos realmente. besitos y un abrazo muy fuerte

Josep dijo...

Yo diria que Xesca tiene razón,el
problema empieza cuando no se pueden valer por si mismos.Mientras no llega este momento todo es mas o menos fácil.
Sigen viviendo en su casa y algun hijo los cuida(generalmente hija o nuera)que tambien hay buenas nueras
Hasta aqui todo va bien o así lo parece.
Pero llega el dia que quien lo cuida no puede o no sabe mas,y tambien hay que entenderlo.Y entonces que hay que hacer?
Si os acordais,al principio de la emigración,cuando a un senegales(
por ejemplo)se enteraba de que aqui
habian residencias para personas mayores,no se lo podian creer,esto no iba con su cultura.
Si ahora se lo pregunto a este mismo senegales....no se si empezaria a dudar o directamente haría como nosotros.

José María dijo...

Ayer leía en la revista "Psychologies" un artículo sobre "cómo liberarnos de las deudas emocionales"; esas deudas inconscientes que nos arruinan la vida, decía el artículo. Entre otras citaba el huir del chantaje afectivo: No tenemos que pagar por la vida que nos ha sido transmitida.
Era un interesante artículo, pero pienso que todo el cariño que un bien-nacido pueda dar a sus ancianos padres, es poco. Se lo merecen
Un abrazo

rafael dijo...

Javier...en mi blog, te hago una peticion, visitame porfa. besitos

Nohema Rios dijo...

Hola!!!, vengo a visitarte después de un buen tiempo sin andar sumergida en el mundo bloggero.
Tu post se presta para muchos argumentos, en estos momentos yo no sabría qué opinar, tal vez porque estoy lejos de mi madre y la tristeza me invade al pensarla sola. Sólo puedo por ahora dejarte un fuerte abrazo!!!