La verdad es que pensaba hace ya muchos inviernos que el
oficio de afilador tenía sus días contados. Con tanto mecanismo manual o eléctrico
es curioso ver todavía por Soria la figura de ese afilador con su chiflo, su
resultona melodía y su moto.
Si vas por el barrio del Calaverón te lo tropiezas, si vas
por San Pedro allí está, si por la Barriada notas su presencia. Omnipresente.
Y
si nos damos un garbeo por Navarra allí te lo puedes cruzar.
Ignoro si también
tiene un mellizo como el del acordeón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario