Vivía en una aldea de tantas que se encuentran diseminadas por la cordillera andina. Muy lejos de la ciudad. Sus abuelos, ya mayores eran los encargados de su precaria formación.
Su madre hacía ya dos años que había emigrado a España, a la tierra prometida. Una tía suya fue la culpable. Allá hay mucho trabajo, con lo que ganas en un mes puedes vivir aquí un año y no te lo gastas- le comentaba.
A los pocos meses fue su padre el que dio el salto. Ahora le tocaba a él. En la última carta, después de recoger y guardar unos billetes muy bien doblados leyó: Vendrás con nosotros dentro de veinte días, después de que el curso haya acabado. En Perú el curso escolar acaba en Enero.
Ya llevaba tres noches sin poder dormir bien. La incertidumbre lo mantenía fuera de sí, con una ansiedad constante.
Se aproximaba la fecha. Su estomago protestaba. Los nervios no le dejaban vivir.
Se despidió sin más de sus abuelos y montó en un autobús desvencijado que después de cuatro horas lo dejó en la gran ciudad. A cada momento se palpaba el bolsillo derecho del pantalón donde se había guardado algo de dinero y un billete de avión. No había viajado nunca en avión. Ni se imaginaba como un artilugio tan grande y pesado era capaz de elevarse por encima de las nubes. Él los había visto pasar por encima de su aldea dejando una reguero blanco que con el tiempo se difuminaba en el cielo.
Llegó a Barcelona. Allí estaban sus padres esperándolo. Al verlo ríos de lágrimas corrieron por sus mejillas. El abrazo fue eterno.
Una vez en ese piso compartido con otras personas comenzó a añorar su bonita y solitaria aldea. Sólo había visto muchos coches, unos enormes edificios y mucha gente. Amargados y serios como si tuvieran una inmensidad de problemas. Y para colmo, tenía que hacer cola hasta para ir al lavabo.
Su madre sólo trabajaba trece horas diarias cuidando de un señor anciano. Casi no la veía. Su padre había trabajado, levantando un gran rascacielos. Pero ahora estaba sin trabajo. Y sin paro. Era un sin papeles. Ahora como no trabajaba, bebía. Y como bebía, gastaba casi todo lo que ganaba su mujer.
La atmósfera en la familia se estaba volviendo casi irrespirable. Cada día deseaba con todas sus fuerzas quedarse más horas en la escuela a pesar de que no entendía ni a los profes ni a los compañeros. En la escuela de Barcelona se habla sin la eñe. En la escuela de Cataluña se habla y se enseña en catalán.
Y pasó lo que tenía que pasar. Una noche, después de un día muy largo llegó su padre borracho. Muy borracho. Su madre lloraba impotente.
No hay derecho- le recriminaba.
Fue de repente. Se oyó un fuerte golpe y los sollozos desaparecieron.
Él desde el fondo de la habitación y con los puños apretados maldecía una y otra vez a esta tierra de acogida que tantos problemas le estaba creando. La tierra prometida.
viernes, 8 de febrero de 2008
La tierra prometida
Publicado por Javier en viernes, febrero 08, 2008
Etiquetas: Inmigración, sin papeles
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10 comentarios:
Siempre en busca de "El Dorado"...
REVOLVER - EL DORADO (GRANDES EXITOS)
He pasado mil años viendo cómo mi madre
trabajaba y llegaba a casa siempre tarde,
una vez, y otra vez, treinta días al mes.
Cada noche, después de estar yo acostado,
la sentía abrir la puerta de mi cuarto.
Cambió el verme crecer por comer a diario,
por comer a diario.
Vi a mis padres correr en busca de Eldorado,
vi a mis padres luchar, cada uno por su lado.
Lo mejor de sus vidas, dónde se ha quedado.
Quizás yendo detrás del maldito Eldorado.
Vi a mi padre luchar contra los elementos,
naufragar con su vida contra el muro del tiempo.
No tuvo otra oportunidad.
Y llegaba a casa con las manos cortadas
de montar con las manos armarios de chapa.
No tuvo otra oportunidad,
otra oportunidad.
Vi a mis padres correr en busca de Eldorado,
vi a mis padres luchar, cada uno por su lado.
Lo mejor de sus vidas, dónde se ha quedado.
Quizás yendo detrás del maldito Eldorado.
Intenté resolver solo todas mis dudas,
y, veinte años después, aún me quedan algunas.
La vida sigue y yo también.
Y aunque dicen que el tiempo no pasa en balde,
cometí mis errores más bien pronto que tarde.
No usé su ejemplo en aprender,
y en mi propio universo vi a mis padres caer,
vi a mis padres caer.
Vi a mis padres correr en busca de Eldorado,
vi a mis padres luchar, cada uno por su lado.
Lo mejor de sus vidas, dónde se ha quedado.
Quizás yendo detrás del maldito Eldorado.
REVOLVER - EL DORADO
Besitos
Supongo que esa historia se repite mucho entre los inmigrantes. Qué pena. Saludos ♥ ♥
A ver por donde comienzo: Si bien esta historia, alude a unos inmigrantes peruanos, no deja de ser una historia de “sin papeles” esteriotipada en gente sudamericana (no utilizo el adjetivo calificativo comúnmente usado allí, porque me parece de muy mal gusto), entiendo que al ser una historia, el hombre para matar sus penas llege “borracho”, también podría decir la historia, lo que comúnmente ocurre en esas comunidades andinas, que le pida algún consejo al párroco o se encomiende a la virgen.
Si bien Perú queda tan distante de donde yo vivo como de Barcelona a Moscú, y las diferencias culturales son tan diferentes como la española y la rusa, tenemos algo en común, SOMOS SIN PAPELES en la comunidad europea (no es mi caso, pero si el de muchos argentinos).
Distintos fueron los que llegaron a estas latitudes hace algunos años (y daré ej. De los que llegaron a Argentina), todos llegaban con papeles, pero ojo, papeles para cubrir sus cuerpos, nada de “” a ver Uds. es hijo o nieto de españoles o italianos o franceses o polacos”” o de donde Dios quiera que vengan, solo con ser persona, era bienvenido a estas tierras, y les quitaban los papeles, y los hacían asearse , les daban ropa, hospedaje, los despiojaban y los vacunaban, a todas esas personas muertas de hambre, que llegaban a un país prospero, culto, de buenos modales, refinamiento , y que alimentaba a los de aquí y a los de allí, nunca se le ocurrió pedir papeles a los desdichados, y hablo por mi familia, dado que mi abuelo fue “expulsado” a los 13 años de una aldea (NODALO) donde no solo no veían aviones, tampoco coches, y trasladándolo a nuestros tiempos no creo que utilicen wifi, como ej. valido. Y eso que están en el medio de Europa “primer mundo”.
En cuanto a los niños, nunca tuvieron ni tienen dificultades de integración, ya que aquí todos hablamos el mismo idioma, además muy pocos inmigrantes sabían leer y escribir, así que aquí se los instruía y se los instruye , entre los españoles( gallegos, vascos, andaluces, catalanes, mallorquines)italianos, o judíos, musulmanes, todos convivimos bajo el mismo cielo y en total armonía, cosa que aprendimos de nuestros mayores, esos que SIN PAPELES alguna ves llegaron a la tierra prometida, y que jamás se les ocurrió , volver a su lugar de nacimiento.
Un fuerte abrazo
Walter
Todas las historias tienen su interpretación. Para algunos, que exista una "tierra prometida" es suficiente para dar sentido a sus vidas. Aquí y allá, la utopía mueve los corazones. Aunque la realidad no siempre sea lo que soñamos.
Bonita historia, como las que escribes. Lo malo de ésta es que puede ser, es real y más frecuente de lo que imaginamos.
La tierra prometida .... ¿dónde está la tierra prometida? Ojalá existiera. Y ojalá no existieran los que prometen la tierra prometida.
José Mª.
Walter,
afortunadamente o desgraciadamente el hecho de emigrar es tan viejo como el hombre, podríamos estar hablando del tema horas y horas. Me consta que Argentina en su momento fue una perfecta tierra de acogida donde llegaban muchos españoles con una mano delante y otra detrás a hacer las américas, algunos, los menos lo lograron y la mayoría lo intentaron.
En los años 50 se emigró a Alemania, pero el que llegaba allí lo hacía ya con un contrato de trabajo y hasta con un buen exámen médico superado aquí, en España, sé de casos que tuvieron problemas por el hecho de tener un par de caries.
En un mundo tan globalizado como el nuestro no se pueden poner puertas al campo, pero si se ha de cuidar y estudiar los recursos con los que se cuenta y los que se pueden ofrecer a los emigrantes.
Un abrazo
tierra prometida... vease como sea, pero siempre es el lugar donde supuestamente seremos felices...aunque luego nos demos un canto en los dientes
Muy cierto el relato, me imagino que será real en muchos casos y es muy duro...
Ojala solo les pasara a los inmigrantes...
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